martes, 2 de octubre de 2012

El primer alquiler de coche

A mediados de septiembre, y tras una tarde entera surfeando la web (suena californiano, ¿eh?) conseguí encontrar una empresa que dejaba alquilar coches a menores de veintiún años (en relación con la entrada anterior, resulta irónico que puedan conducir con dieciséis pero que tenga que esperar un lustro para poder alquilar vehículos). Conseguida la empresa, encontré sendos códigos promocionales y descuentos y me fui a dormir tranquilo. A la mañana siguiente -y en autobús aún- fuimos al aeropuesto Santa Ana/John Wayne a recoger el coche en la oficina de la multinacional americana, y tras una hora esperando y otra media discutiendo con la encargada, ya que nos quería cobrar el doble de lo estipulado en la página web entre impuestos inventados y el pecado mortal de no ser mayor de edad. Finalmente, y tras un poco de negociación y sentido común, el precio final fue el que ponía en la página, lo que era bastante aceptable, ¡qué felicidad!

¡Nuestro peazo Hyundai Elantra!


Poco después nos daban las llaves del vehículo, y tras unos tensos minutos debido a la falta de práctica en coches automáticos, Pablo consiguió sacar el coche del garaje. He aquí el documento gráfico de los momentos posteriores:

 

Tras perdernos dos o tres veces y pasar por casa a coger las maletas, pusimos rumbo a San Diego, la ciudad donde mi amigo y compañero Eduardo González va a estudiar este curso, y la cual visitaremos varias ocasiones este año ya que ciertamente merece la pena. No nos perdimos:
 

Finalmente, tras poco más de una hora al volante y dos barras del depósito de gasolina (nota para navegantes: el diésel es más caro que la gasolina en Estados Unidos), llegamos a San Diego, ciudad de la que pienso escribir muchas entradas en un futuro, frontera del suroeste donde los gringos se juntan con los mejicanos y los mejicanos hablan gringo.

Continuará...



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