domingo, 13 de diciembre de 2015

Sobre las personas y los lugares



Soy un cabrón, lo admito. A los tres gatos que leéis este blog, siento mucho haberos mentido, porque es evidente que no lo estoy actualizando nada. Pero no desistáis, hoy voy a escribir una pequeña reflexión acerca de las cosas que he sacado en claro durante estos meses en la capital del Imperio Pirata.

He conocido a mucha gente. Gente de procedencias muy diversas, tanto españoles como extranjeros (y quizás dos o tres ingleses). Y me encanta. Conocer gente nueva es posiblemente una de las experiencias que más merecen la pena en la vida. Al fin y al cabo, Londres se está gentifricando, y como el resto de capitales de Occidente -¡y Oriente, qué cojones!-, caminar por las calles comerciales se reduce a una serie repetitiva de franquicias bisílabas. No obstante, la gente siempre es distinta. Da igual qué apariencia tengan y de dónde sean, porque cada individuo tiene unos matices nuevos que no puedes encontrar en ninguna otra persona, y ese factor único y definitorio es lo que nos acaba marcando en nuestras relaciones con los demás. 

Repitiéndome, lo que quiero decir es que más allá de los landmarks típicos y el acento británico, para mí Londres es y será las personas que he conocido aquí. Toda la gente que me cruzo en mi vida diaria y cuyas conversaciones recordaré dentro de veinte años cuando piense en esta ciudad tendrán una influencia mucho mayor en mí que el clima, el Big Ben y las pintas de cerveza (bueno, esto último no sé).

Haced vosotros mismos un ejercicio de reflexión, y pensad acerca de lugares que hayáis visitado, ya sea el pueblo de vuestra infancia o un viaje a un rincón recóndito de la Polinesia Francesa. Sin lugar a dudas, la imagen que os vendrá será la del sitio físico. No obstante, ese regusto interno que acompaña la imagen no se corresponde a la chimenea de las casas del pueblo o a las palmeras de Tahití. Esa sensación tiene relación directa con la tranquilidad y sensación de felicidad que os infundía la conversación con vuestro abuelo mientras encendíais el fuego de esa chimenea, o la sonrisa de complicidad cuando hablabas con ella acerca de todo y nada bajo ese palmeral tropical.

Por tanto, os invito a hablar con todo el mundo cada vez que vayáis a un sitio nuevo, pues toda persona y sus experiencias os aportará un poco de riqueza a vuestros recuerdos, que al final es lo único que nos queda.

¡Feliz Navidad a tod@s!

PD: en relación con esto, un verbo inglés apócrifo que me encanta.

sonder
n. the realization that each random passerby is living a life as vivid and complex as your own—populated with their own ambitions, friends, routines, worries and inherited craziness—an epic story that continues invisibly around you like an anthill sprawling deep underground, with elaborate passageways to thousands of other lives that you’ll never know existed, in which you might appear only once, as an extra sipping coffee in the background, as a blur of traffic passing on the highway, as a lighted window at dusk.

n. cuando te das cuenta de que cada uno de los transeúntes con los que te cruzas tiene una vida tan compleja y vívida como la tuya - poblada con sus propias ambiciones, amigos, rutinas, preocupaciones y locura inherente-, una historia épica que se expande de manera invisible a tu alrededor como un hormiguero hacia las profundidades, con interrelaciones complejas con miles de vidas que nunca sabrás que existen, en las que quizás aparezcas una vez, como un extra sorbiendo café en el fondo, o como un borrón en el tráfico que pasa por la autovía, o una ventana encencida al anochecer.

Yo en Roma, haciendo amigos en el 192 d.C


domingo, 1 de noviembre de 2015

De visita en The Shard

El otro día tuve la suerte de subir a lo más alto de The Shard, el edificio más alto de la Unión Europea y el cuarto más alto de Europa, solo detrás de tres rascacielos soviéticos rusos de nueva construcción. Todo hay que decirlo, subí invitado en calidad de blogger por la organización que gestiona las visitas a la torre, después de un par de semanas de acoso por correo electrónico. Está claro que Lejos del Mediterráneo se está convirtiendo poco a poco en un medio moderno, dinámico y de gran repercusión internacional.
Jorge Fernández, periodista

Desde que fuera inaugurado en 2012, The Shard -pedazo de cristal en castellano- se ha convertido en uno de los enclaves más populares de Londres, pues desde su azotea (conocida como The View from The Shard) se puede observar una de las panorámicas urbanas más increíbles del planeta. En aquellos días en los que el Sol brilla sobre la capital del imperio y las gentes salen de sus casas victorianas para pasear y tomarse un buen roast y una pinta, las vistas desde lo alto del rascacielos permiten al visitante ver hasta 40 kilómetros de distancia, pudiéndose observar la comarca de Kent y el palacio de Windsor (todo esto según la audioguía).

Diseñado por Renzo Piano, la figura del edificio es inconfundble
Cuando llegué al sitio, pregunté educadamente a una trabajadora dónde podía recoger mi pase de prensa. Me preguntó mi nombre y la acompañé a recoger mi acreditación, que como podéis observar más arriba está diseñada a prueba de falsificaciones. Tras esto, me dirigí a la cola, donde me repartieron una videoguía bastante tosca y con pocas funcionalidades; lo único que merecía la pena era el discurso del jefe de limpiacristales del edificio, que contaba con tono jamesbondiano como tenían que limpiar las cristaleras de manera continua durante el resto de sus vidas porque había miles de ellas en la cubierta de la estructura.

El intrépido limpiacristales celebrando una vida de claridad
Una vez pasé por los controles de seguridad, ascendí a la planta 68 de la torre usando dos ascensores que subían a seis metros por segundo, por lo que mis oídos sufrieron el curioso efecto de la descompensación de presión típica de los rascacielos modernos. Ya arriba, otros tantos empleados de la atracción nos guiaron hasta los dos miradores de las planas 69 y 72, y por fin tuve la suerte de poder observar Londres desde el cielo. Sé que la calidad fotográfica es lamentable, así que me disculpo de antemano. La próxima vez intentaré escribir a Nikon Reino Unido para que me envíen una cámara (para hacer pruebas, ya se sabe). En cualquier caso, aquí tenéis unas cuantas fotos:


















No están mal del todo, ¿no? Si estás por Londres y quieres verla desde una perspectiva nueva y distinta, The Shard es sin duda el sitio que te quitará el aliento. Además, si te gustó Un mundo feliz de Aldous Huxley, te alegrará saber que en la torre mucha gente suele comprar una copita de champán para diferenciarse de la plebe a nivel del suelo, como si fuesen Alfas de la distópica novela del autor inglés.

Panorámica clásica del Támesis y la ciudad que protege


Dirección este
Así pues, cuando me cansé de contemplar la infinidad del horizonte y la complejidad de los engranajes urbanos de la ciudad, cogí el ascensor de vuelta y salí a pasar un soleado sábado por Londres, al más puro estilo épsilon. El champán lo dejo para la próxima visita, de momento me conformo con el soma.

Qué pequeño parece The Shard en la distancia.


domingo, 18 de octubre de 2015

Lejos del Mediterráneo: segunda parte

Han pasado más de dos años desde que dejé de usar este blog, allá por julio de 2013. En varias ocasiones, me planteé dedicar algún tiempo a narrar experiencias divertidas y lugares curiosos que visitaba en España (que existir existen, y muchos), pero mi amor por Larra y su vuelva usted mañana eran más grandes que mis ganas de contaros tres tonterías y cuatro curiosidades de un país que ya conocéis. No obstante, hace unas semanas que marché de nuevo allende los mares y lejos del Mediterráneo, y es que me encuentro estudiando en la ciudad victoriana, la capital del Imperio Británico y el corazón del Támesis: estoy en Londres. 

Clichés 101
Como introducción, puedo decir que llevo poco tiempo aqui, y la literatura existente en internet acerca de españoles en Londres es tan amplia que no puedo asegurar que escriba mucho, pues repetir lo que han dicho otros puede ser cansino y fotos del Big Ben en blanco y negro y el autobús de dos plantas en rojo saturado ya podemos comprarlas en Ikea. Por tanto, intentaré que lo poco que escriba te haga esbozar una sonrisa, alimente tus ganas de conocer cosas nuevas y que siempre que cierres la pestaña hayas aprendido alguna tontería distinta, y es que como se ha dicho en repetidas ocasiones y siempre con razón, ¡lo importante no es el destino sino el camino!

Y éstos son los cuadros de Londres que debería vender Ikea