viernes, 27 de septiembre de 2013

Retrasando lo inevitable

Desde que volví de América, he tenido una sensación extraña hormigueando mi mente, podía notar como una etapa de mi vida se acababa y otra muy diferente comenzaba. Este año en California ha sido sin duda una de las experiencias más completas de mi por el momento corta vida, y puedo decir que he aprendido mucho tanto académicamente (sí, también he ido a estudiar) como a nivel personal y de la vida, la llamada universidad de la calle. Hace ya casi tres meses desde que llegué a España, y tengo que comentaros que realmente no he sentido esa depresión tan terrible que algunos de mis compañeros tuvieron al volver a casa, quizás por el hecho de que simplemente hay que mirar adelante y sé que volveré a pisar la costa oeste, y más probablemente porque yo tengo la suerte -y la desgracia porque no cocino nada bien - de vivir sin padres en la capital del sur de Europa.

Graduación a la americana (qué va, no me gradué, pero impone).
Las últimas semanas tras los exámenes (veo que la última entrada que puse consistía básicamente en poner las caras de locura que me afligen durante temporadas de finales) estuvieron destinadas a viajar a los sitios que me faltaban por ver ( Las Vegas, Yosemite y Gran Cañón mayormente), a despedirme cada par de días de una buena amistad y decirle un adiós de esos indefinidos (en inglés, farewell), de los que le dices a quienes no sabes cuando volverás a ver en tu vida.

En homenaje a los amigos de APTÀ, en esta fidedigna representación de la excursión a Joshua Tree
La primera excursión, que empezó a mediados de junio, me llevó a Las Vegas, a la pionera presa Hoover y al Gran Cañón del Colorado, que pude realizar gracias a que me acoplé a Lucía Uceta (¡¡gracias Lucía!!). Las Vegas, como muchos de vosotros sabréis, es una ciudad en mitad del desierto  del Mojave, en el sur de Nevada, en la que se construyeron decenas de casinos y en la que la prostitución, el juego y beber en la calle -entre otras cosas- son legales, a diferencia de la mayoría de estados de la nación norteamericana. Lo primero que pensé cuando llegué allí fue la inversión que han realizado a lo largo de las décadas para construir una ciudad tan artificiosa en mitad de la nada, lo segundo fue reflexionar acerca de la doble moral yanqui, y es que bebían y bailaban borrachos en la calle y te repartían panfletos para que llamases a las putas (para qué usar eufemismos) cuando si hicieses lo mismo en Irvine lo mínimo me deportaban. Lo tercero fue la potencia del aire acondicionado, vaya maravillas del frío industrial. 

Los aventureros con el típico cartel
Aposté en los casinos con un carné de un amigo español a pesar de ser menor de edad en Estados Unidos, y no me pillaron en la ruleta como no me habían pillado en ninguno de los sitios en los que lo usé durante toda la experiencia americana. Perdimos primero y luego ganamos y nos compramos un bocata, para acabar durmiendo en nuestra estupenda habitación en el Caesar's Palace. No aposté un centavo dado que era menor de edad, y sin embargo aquella noche en Las Vegas interesante, visitando los casinos y eludiando a los securatas que te preguntaban por tu edad en cada cruce de callejones de tragaperras.

Lucía y yo con el rey de Las Vegas, Gordon Ramsay (estaba por todas partes)

The Strip
Tras la noche en Las Vegas, casinos y gente extraña, cogimos carretera y manta hacia el desértico y rico en fósiles estado de Arizona, parando en la frontera por capricho mío para apreciar una de las maravillas más increíbles de la historia de la ingeniería moderna: la presa Hoover, construida hacia tres cuartos de siglo y predecesora de todas las presas hidroeléctricas modernas (seguid el enlace si queréis aprender más). Sin duda alguna mereció la pena.

¡Oh, la tecnología!
Unas cuantas horas más tarde y con un calor digno de un desierto -como era de esperar- nos internamos en Arizona y visitamos el West Grand Canyon. Las imágenes dicen más que las palabras.

Sólo somos motas de polvo, de polvo de estrelals

El camino nos llevó hasta Flagstaff, donde pasamos la noche (en otro motel pestoso, por supuesto). A la mañana siguiente, vuelta al carro y camino al South Grand Canyon, más enorme y tan impresionante como su continuación de poniente. Nuevamente, más imágenes y menos letras (también dejo uno de los vídeos de despedida que hice en su momento).

Impresionante naturaleza


Tras este increíble viaje a uno de los parajes naturales más importantes del mundo, unas cuantas horas en coche y un millar de kilómetros me condujeron de vuelta a Orange County, donde pasamos unos cuantos días como nómadas entre sofás y camas ya que nuestro contrato de alquiler ya se había terminado. Una semana después del viaje de arriba, tocó otro junto con unos cuantos amigos de UC Irvine al parque nacional de Yosemite (tristemente célebre este verano por un ingente incendio que consumió parte de su superficie), situado a unos 200 kilómetros tierra adentro a la altura de San Francisco, en el norte de California. 

On the road
Si el Gran Cañón era bello por su inmensidad y te hacía darte cuenta de lo pequeños que somos y de lo poco que vivimos (la erosión del cañón se ha producido a lo largo de decenas de millones de años), Yosemite era bello por lo salvaje que era. Montañas de roca y tierra, vegetación abundante y nuevamente esa sensación de entorno salvaje que tienes cuando viajas por la naturaleza estadounidense.
Cartel que aconsejaba cantar flamenco a los osos para espantarles
Los pocos días que estuvimos ahí -teníamos pensado quedarnos dos noches pero el inesperado frío sin piedad nos hizo cambiar de opinión- fuimos de excursión por las zonas más famosas del parque, pero como podréis comprobar, no por ello eran menos bellas (como ya es costrumbre en esta entrada, las imágenes valen más que mil palabras, y dejo otro vídeo de despedida).

El Capitán

Cascadas

No estamos en buena forma física

El bosque de Pesadilla antes de Navidad

Into the Wild

Vuelta a Irvine, y despedidas finales. Tras eso, viaje de una semana a un genial albergue en San Diego para disfrutar de los últimos días en EEUU, y de los que no tengo fotos porque no las pasé al ordenador y la tarjeta MicroSD donde se encontraban me desapareció del móvil "misteriosamente" en una discoteca mallorquina más adelante ese mismo verano. Posiblemente lo más interesante de San Diego en esta ocasión fue la visita al USS Midway, un portaaviones en el que tuve la oportunidad de charlar con un veterano de la Segunda Guerra Mundial (¿envidioso papá?).

El sueño californiano
El día 30 de junio por la tarde, Pablo y Edu me llevaron al aeropuerto de Orange County. Despedida poco emotiva ya que les vería un mes después, y finalmente tras veintipico horas, diez mil kilómetros y tres aviones llegué de vuelta a la madre patria, la España que realmente poco echaba de menos (exceptuando la comida) tras leer el periódico diariamente. Lo mejor de la llegada, sin duda alguna el reecuentro con la ya no tan pequeña hermana  Clarita  Clara, a la que prácticamente le resultaba desconocido tras prácticamente un año sin vernos en persona.

¡Oh, el reencuentro de los hermanos!
Así pues, la vuelta ha sido sencilla y complicada, pues por una parte era verano y no tenía obligaciones y por otra resulta que ahora mismo me encuentro en un momento complicado de mi vida, con el último año de carrera por delante y sin tener idea alguna de qué me depara el destino tras la graduación en menos de diez meses (tanto tiempo como estuve en California). Es hora de seguir madurando, creciendo, aprendiendo y sobre todo, disfrutando y sonriendo.Y no me extiendo más, queridos amigos, conocidos, familia, ¿enemigos?, y demás gente de internet. Espero que hayáis disfrutado leyendo las pocas experiencias que he resumido en este modesto blog tanto como he disfrutado yo escribiéndolas, porque sólo se vive una vez, y cuando se vive hay que tomar decisiones divertidas.


P.D: que conste que esto no es un adiós sino un hasta pronto, espero poder relatar decenas de experiencias, anéctodas e historietas más ya esté cerca o lejos del Mediterráneo, ya que a pesar de la distancia, siempre será parte de mí.